martes, 22 de octubre de 2013

Un sueño

La cabeza del oso
cayó sobre la cama,
el niño se asustó,
su piel tembló,
sus lágrimas mojaron el rostro.

¡Despierta ya!, su madre, exclamó.
El abrazo pareció inconmensurable,
las palabras se escondieron
para dar lugar a las caricias.

Nadie más en el mundo
pudo sentir el amor
que fluía entre ambos cuerpos.

Deborah Valado // Mayo 2011