No tengo una forma de medir y certificar mis recuerdos, más que lo que este presente reelabora de las impresiones sedimentadas en mí. Tal vez, haya un poco de imaginación, tal vez un poco de exageración o tan solo mera traducción de las imágenes que flotan en mi mente.
Fin de la primavera del año 1999, cursaba el 7mo grado en el barrio de Parque Chacabuco, vivía en Avellaneda, tenía que tomar dos colectivos para hacer el rutinario viaje de escuela a casa. Un día llegué y me dijeron que no tenía clases, la curiosidad era algo ya marcado en mí, entonces sin decir nada, en vez de volver aproveché para ir a recorrer el centro. De más chica, me habían llevado al cine Los Ángeles y a esos locales de comidas rápidas aledaños, pero nunca era lo mismo caminar sola y perderse que ir de la mano de mamá o papá. Seguramente habré tomado el 26 hasta Caballito y luego el subte, ya que viajar en subte era una de las cosas que ya había aprendido a hacer y lo trataba de hacer lo más frecuentemente posible. El teatro Gran Rex y el Musimundo, que estaba casi a la vuelta por Lavalle, fueron por los dos lados que pasé. Por el primero, la excusa era que ansiaba demasiado conocer, al menos por afuera, donde el 7 de diciembre lo iba a ver por primera vez a Calamaro. Por el segundo, la intención era buscar discos para conocer nuevos músicos, y así fue. Entré y del lado izquierdo había una ruleta de cartón color verde y naranja que compró toda mi atención, era la maqueta de promoción del disco “Elija y Gane” del Flaco Spinetta. Aún, a él no lo conocía. Revisé las bateas, pero no tenía más que 20 centavos para volver a mi casa.
Mi hermano escuchaba rock, pero no argentino, aunque sí punk de acá. A Calamaro yo lo había conocido por discos que él se había guardado de un amigo. Mis primas escuchaban a Los piojos, pero no era una banda que me convenciera demasiado. Yo tenía ganas de explorar el rock argentino, pero no tenía muchas puntas para hacerlo. No obstante, ya había descubierto la Rock and Pop desde el ’97, por una calcomanía en la parte trasera de un auto, y de vez en cuando la sintonizaba, pero era sin conciencia y sin mucha retención aún. La mayoría de mis compañeras sólo escuchaban la Fm Hit y eran fanáticas de los Back Street Boys o seguían escuchando sólo cumbia. A la vez, había otra radio que había descubierto, era The Box, un dial que sólo pasaba canciones de rock argentino, ahí escuché por primera vez lo que luego me enteraría que era “Muchacha (Ojos de papel)”, y al comienzo del 2000 dicha programación cambió por lo que fue radio Supernova. En fin, volví a mi casa, con todas las intenciones de comprarme un cd del Flaco, acto que recién se concretó al año siguiente cuando logré ahorrar mis 10 pesos y optara por el disco de Almendra, “Almendra”, en vez de “Ángeles Caídos” de Attaque 77 que estaba al mismo precio. Gran distancia gran, pero como había llegado a escuchar "Otras canciones",Attaque también había sido una banda que me gustaba un poco. Así fue como obtuve mi primer disco comprado por mis propias monedas y desde ese momento nunca más dejé de escuchar al Flaco.
Almendra |