Ella se adormece
en un lecho de estrellas,
quiere combatir a las arañitas
que tejen fantasías.
Se transmuta
en una gladiadora,
una gladiadora del universo espiritual.
Logra alejarse de la materia
que enlazó imágenes tristes
a su alma.
El amor comienza a fluir,
se convierte
en una savia de su árbol.
Hojas verdes, luz
¡Mucha luz!
Deborah Valado // Febrero 2012