Quería
ser grande
para
escapar
de
los cuentos infantiles,
vivenciar
aquellas palabras
postergadas
siempre.
Los
peligros asustaban,
aún
así, confiaba en traspasar
todas
las puertas negras.
De
las ilusiones al viento
nada
podía quedar, pero
la
intensidad del deseo de vivir
palpitaba
tan fuerte que
aturdía
al miedo, entonces,
sabía
que ni las lluvias de abril
llegarían
a estropear el vestido
para
bailar la música de las abejas.
Deborah Valado // Mayo 2012