miércoles, 20 de julio de 2011

Entre dos

Bar de la estación de Quilmes. 17:45hs. Ella y él. Dos personas extrañas a mí, pero cercanas al fin. Los deseos ajenos siempre me atrapan. Los problemas no dejan de cosquillear mis orejas y la atención manda a todos mis sentidos para  entrar en otras vidas.Él pronuncia la primera pregunta:
-¿Amor  vas a pedirte algo?
-No quiero nada, gracias.
- Dale, no podes estar sin comer.
-No quiero nada, enserio amor. Tengo cerrado el apetito.
- No, estando conmigo  algo vas a comer.
-Bueno, está bien. Ahora cuando  venga pedime un tostado con una Coca - Cola. ¿Vos vas a pedirte algo?
-Sí.
Se acerca el mozo.
-Buenas tardes.
-Buenas tardes.
-Sí, ¿qué  desean?
- Sí, maestro, un tostado, una Coca-Cola y una Sprite, por favor.
-Ok. Enseguida ya les traigo todo.
-Muchas gracias.
Se retira el mozo. Un instante de silencio y ella le dice:
- No creo que sea lo mejor  que me vuelva a casa.
-¿Qué?
-Eso mismo que escuchaste, que no crea que sea lo mejor que me vuelva a casa.
-Vos lo decidiste. Pasa que nunca sabes lo que es mejor.
-Ah, ¿sí?, ¿nunca lo sé? ¿Y vos sabes?
-Más que vos sí.
- Seguro, por eso pasan las cosas.
-Te equivocas, las cosas no pasan.  Uno hace que pasen, uno las provoca.
-No.
-¿No qué, Paula?
-Primero no me grites. Baja la voz. Todos se dieron vuelta. ¡Qué loco que sos!
-Yo no soy ningún loco. Mejor ubícate en las cosas que decís. ¡Siempre lo mismo! ¡Me terminas agotando pronto la paciencia! La verdad, es que no sé que hacer con vos.
-No tenes que hacer nada. No te pongas, ahora, en papel de guía ni protector. Tengo 24 años, ya puedo pensar algo.
-Sí, justamente eso. Pasa que nunca pensas y cuando lo haces… uff. Mejor no sigo.
- Está bien.
- No te  hagas la viva. No quiero pelear más.
- Si vos comenzaste.
-No. Basta. Ahí viene el mozo.
- No. ¡Basta nada!
-Cállate.
Ella baja la mirada. El mozo les deja el pedido.
-Muchas gracias.
-De nada.
 El mozo se va. Vuelven a quedar tensos. Él sirve las gaseosas y le pregunta:
-¿Vas a quedarte así, autista? Mírame cuando te hablo.
  Ella toma un sorbo del vaso, lo golpea  sobre la mesa y entre dientes le contesta:
-Te estoy mirando. No aguanto más nada. No entiendo porqué  todo llegó a estar así. Todo es una porquería. Desearía no haber nacido nunca.
- ¡Por Dios! Paula no empieces de nuevo. Mejor cálmate.
-¿Cómo queres que me calme? Si parece que mi vida se luce de errores, de destrozos. No puede ser que siempre a mi alrededor todo se arruine.
-No es cuestión que te hagas la victima.
-Yo no me hago nada. ¿Acaso entre nosotros no parece que es así? Yo me muero por vos, no me importa más nada.
- Bueno, me cansas cuando hablas de esa forma. Ahora listo. No es tan fácil. Yo también estoy mal y tampoco sé muy bien que hacer.  Vos volves a tu casa, te tranquilizas y luego vemos que pasa.
-¿Cómo vemos? Yo no sé cómo, pero sé que las cosas van a volver a estar bien. Yo te juro que voy a  hacer todo para eso.
-No me tenes que jurar nada, además no depende sólo de vos. Yo también tengo mucho por hacer.
- Sí, no sé.
-¿Qué no sabes?
- Nada.
-Uff…
- Me acuerdo cuando todo estaba bien. Me acuerdo cuando recién empezamos a salir.  También cuando  salía del colegio y vos me esperabas a la vuelta  para que nadie se enterara que estaba saliendo con un chico 12 años mayor que yo. Era tan lindo. Parecía un sueño, de esos que nunca quise dejar de soñar. Y me pongo triste, no entiendo…
-No te pongas a llorar, me haces mal.
-  Pero, ¿vos me entendes? Porque parece que nunca nadie me entiende.
- Sí. Pero listo, hay que hacer lo mejor ahora y tu decisión de irte es la más acertada.
- Si,  parece que no me queda más que confiar en que lo sea.
- Sí. Bueno, espero que me llames cuando llegues,  hacelo al celular  porque  ya voy a estar en camino para el bar donde voy a tocar.
- Está bien.
-¿Vos que onda, entonces?
-Nada. Espero llegar y no encontrarme con la mujer de mi papá. Y tengo que preparar unas laminas para el taller de mural, en una semana es la muestra anual de todas las escuelas de Bellas Artes del País, así que me tengo que poder concentrar en eso. Mi mente va  a estallar. Ya  lo siento.
-No vuelvas con lo mismo. Vos sola te provocas todo.
- No.  Pero bueno… nada.  Voy al baño.
- Bueno.
Su perfume  me roza. Él llama al mozo, paga y antes que ella vuelva se va. Cobardía tal vez, no lo sé. Ella regresa, al percibir que no está lo empieza a buscar, a preguntarnos a todos,  a llamarlo al celular. No aparecen respuestas. La veo desplomarse sobre la silla. Me asusto, pero al verla de nuevo respirar también revivo. Sospecho que algo no anda bien. Llega mi mujer, le dejo de prestar atención. 

Deborah Valado/2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario