Desconozco mis palabras. Las desconozco porque tan sólo yo soy un canal de ellas. Pasa un cierto tiempo de que brotaron de mí y las escucho, las observo sobre la pantalla, sobre los cuadernos y ya no me pertenecen más. Son apropiadas por el mundo.
Puede suceder que el olvido cubra el hoyo de mi propio ataque y aparezca el gusto por lo que no percibo propio. La envidia y el deseo ajeno cubren la superficie de esas palabras que considero de otros. El anhelo siempre por lo que no me pertenece vuelve a colmarme. Mañana ya serán mías y las entregaré de nuevo para volverlas a tomar.
Deborah Valado /08/2011
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