Estoy por cumplir treinta y uno. Jamás imaginé esa edad. Ni mucho menos los roles que ocuparía, ni los amores que perdería, ni los deseos que me harían seguir recorriendo el camino. Aún imaginada seguramente tampoco coincidiría con la realidad. ¿Cuál es la realidad? Frente al espejo tampoco mi rostro delata ese número de calendario. Las experiencias marcaron los surcos de mi alma, aún entera por más llantos derramados. Algo me dice que la luz violeta enfocará el próximo paso. Otros deseos para pedir. Uno, dos, tres... antes un secreto: el amor siempre salva.
Deborah Valado // Junio 2017
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