martes, 27 de diciembre de 2011

“No te vayas ,con amor o sin él”

Alienación y locura: dos componentes claves en el mundo teatral de Norman Briski.  Su obra  “No te vayas ,con amor o sin  él”  - escrita, dirigida por él - desde el pasado 26 de marzo hasta fines de noviembre   puso  sobre las tablas del Teatro Caliban , con matices provocadores y surrealistas,  la historia de una  señora y su mucama como metáfora del poder y  de la dependencia  en la sociedad capitalista.  El tan merecido éxito de la obra nos permitirá volver a disfrutarla ya que la misma se reestrenará el próximo 24 de marzo.
Cada obra cuenta con la anécdota de su inicio. Carolina Molini cursaba junto a Eliana Wassermann  un seminario de comicidad a cargo de Mariana Briski.  En una clase pasaron una escena  y luego se dieron cuenta que Norman tenía una obra parecida. La leyeron y al domingo siguiente  a las 7:30  de la mañana sonó el teléfono en la casa de Carolina, era Eliana. A partir de allí, los respectivos personajes de “No te vayas…”  empezaron a tener cuerpo.

Deborah Valado: ¿Cómo empezaron a crecer los personajes en el ensayo?

Eliana Wassermann: Mi rol tuvo una inconciencia de cómo fue creciendo adentro mío. Lo que si recuerdo es que tenía demasiados excesos de maldad. Terminaba una función y pasaba que  había un clavo o un pelito que sobresalía de la silla y a mi me agarraba como un ataque de llanto. Y ahí paré para revisarme. Me dije “no sos esta persona”, pero sí lo era y lo  soy. Entonces,  empecé a darme cuenta cómo quedas pegado con un rol tan fuerte, tan contradictorio, que tiene tanto amor, pero que tiene poder y le gusta ese poder. Eso fue la instancia con los ensayos y una vez estrenada la obra,  creo que también siguió creciendo el rol adentro, pero  ya estaba mucho más alejado de mí. Llegué a creérmela sin juzgarla  y a buscar todos esos aspectos que tenía y tengo  y ponerlos al servicio de la escena y después reprimirlos durante toda la semana.  Y en términos comparativos con Caro, lo ha dicho Norman, me costó más llegar al rol.


Carolina Molini: La idea era buscar el perfil de la señorita y después de la hermana y no hacer el chiste de que la misma actriz hace diferentes personajes. La obra tiene muchos juegos, la misma actriz hace dos personajes, suena un teléfono y en realidad no suena. La idea,  como actriz, es que sea verdadero, verosímil y también llevar como medio surrealista algunas cosas. Jugar, entonces, a que eso me pasa a mí de verdad en ese momento. El desafío fue eso, principalmente, hacer de la hermana.

Deborah:   ¿Cómo fue el rol de Director de Briski? 

Eliana: El nos dio bastante libertad para que juguemos, investiguemos  y a partir de un momento, creo que viene después  de la puesta en escena, él se puso a fijarse en los estados que estábamos teniendo o si había un error  interpretativo por parte de nosotras, o alguna modificación que surgía por una interpretación nuestra del texto y  él no la tenía en cuenta. En sí,  se volvió presente hacia el final.

Carolina: Sí, estuvo muy pendiente de las actuaciones. Esto de bajar la comedia, si es un chiste  que lo sea agrede y  que no sea porque la actriz está regodeándose en lo suyo. En  buscar esos saltos de estados, que el estado cambie  sin que haya una larga transición. Y que  la misma  sea un ritmo interno del actor, que no sea porque  de repente él la señalara.  

Deborah:   ¿Qué lectura general tienen de la obra?


Eliana: La  clásica alienación de clase.  Es una metáfora, es una manera de bajar una ideología tan profunda sin ser una obra panflentearia y te deja  la pregunta: ¿esto va a seguir así? Sí, va a seguir así todo.

Carolina: Nadie se salva, estamos todos dentro de este sistema. También jugamos con lo siniestro, que es una cierta dependencia y todos estamos dependiendo de alguien y también hacemos depender a otros, en  menor o mayor medida.

Deborah:     ¿Cómo podrían definir  la cultura del Teatro Caliban?

Eliana: Hablar de Caliban como institución es vaciarlo un poco. Son todas las cooperativas, que tienen muchísima libertad para crear. Mayoritariamente, para llegar a realizar una obra en un teatro no tenés el lugar disponible para el proceso de crear de un año. El Caliban sí lo permite. Hay libertad para jugar, no hay una imposición estética. Hay elecciones.

Deborah: ¿Cómo consideran el estado actual del teatro independiente?


Eliana: Lo de independiente  está en crisis. Estoy elaborando un  trabajo de investigación en el cual cuestionamos el concepto de lo independiente. Creemos que abría que  inventar un nuevo nombre, porque el movimiento de teatro independiente nació  en los 30 porque estaban justamente en contra de los subsidios del Estado, con cuestiones ideológicas que, por suerte también cambiaron hasta ahora,  que querían cambiar el mundo, que es lindo subir a escena para cambiar el mundo, pero creo que es infantil  pensar que con el teatro podes hacer revolución. Es lindo tomarlo como una herramienta que acompañe movimientos, pero lo que rechazo es el lugar paternal, o el lugar de la sabiduría, desde una elite cultural que viene a enseñarle al público que  esto es lo que hay que pensar, esto es lo que no hay que pensar. Y  es algo que ha formado parte de la ideología del teatro independiente que después fue modificado con Gambaro  y Pablosky. La palabra independiente era en relación del estado, ahora creo que habría que buscar otra, porque gran parte de la actividad del teatro está subsidiada por el  estado. Que no está ni bien ni mal, son las reglas de la democracia. Ya no hay tanta autogestión, ahora hay como que pequeñas contrataciones por fuera.

Deborah:   ¿Cuál  piensan que es el rol  del actor en la sociedad?

Carolina: Salir a actuar y estar. El estar presente es el hallazgo del arte de la actuación. El aquí y ahora con lo que pasa, y todas las funciones no es lo mismo.


Eliana: Advertir. Ser militante de la advertencia.


Deborah: ¿Qué es lo que les produce salir a escena?

Carolina: Si vos te vas a poner en escena, te expones en escena ficcionalmente, te tenés que cuestionar lo que estás haciendo, si no se nota, se nota la clase social, la ideología, todo.  Entonces, al exponerse todo, te lo vas a cuestionar, porque si querés ser actor alguna modificación tenés que hacer.  O por lo menos pensarlo, ser conciente.

Eliana: El teatro es como un hecho repulsivo.  Te lleva a indagar, a ser curioso,  a cuestionarte qué querés ser, qué estás haciendo,  en fin,  te moviliza. Una critica… una se dice “quiero ser actriz”, pero  la pregunta es: ¿actriz de qué? Sería interesante saber actriz para qué, buscarlo, qué querés decir, que tenés en tu propia dramaturgia.


Deborah Valado // 2011 

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