Alienación y locura:
dos componentes claves en el mundo teatral de Norman Briski. Su obra
“No te vayas ,con amor o sin él” - escrita, dirigida por él - desde el pasado 26
de marzo hasta fines de noviembre puso sobre las tablas del Teatro
Caliban , con matices provocadores y surrealistas, la historia de una señora y su mucama como metáfora del poder
y de la dependencia en la sociedad capitalista. El tan merecido éxito de la obra nos permitirá volver a disfrutarla ya que la misma se reestrenará el próximo 24 de marzo.
Cada obra cuenta con
la anécdota de su inicio. Carolina Molini cursaba junto a Eliana
Wassermann un seminario de comicidad a
cargo de Mariana Briski. En una clase
pasaron una escena y luego se dieron
cuenta que Norman tenía una obra parecida. La leyeron y al domingo
siguiente a las 7:30 de la mañana sonó el teléfono en la casa de
Carolina, era Eliana. A partir de allí, los respectivos personajes de “No te
vayas…” empezaron a tener cuerpo.
Deborah Valado: ¿Cómo empezaron a crecer los personajes en
el ensayo?
Eliana Wassermann: Mi rol tuvo una inconciencia de cómo fue creciendo adentro
mío. Lo que si recuerdo es que tenía demasiados excesos de maldad. Terminaba
una función y pasaba que había un clavo
o un pelito que sobresalía de la silla y a mi me agarraba como un ataque de
llanto. Y ahí paré para revisarme. Me dije “no sos esta persona”, pero sí lo
era y lo soy. Entonces, empecé a darme cuenta cómo quedas pegado con
un rol tan fuerte, tan contradictorio, que tiene tanto amor, pero que tiene
poder y le gusta ese poder. Eso fue la instancia con los ensayos y una vez
estrenada la obra, creo que también
siguió creciendo el rol adentro, pero ya
estaba mucho más alejado de mí. Llegué a creérmela sin juzgarla y a buscar todos esos aspectos que tenía y
tengo y ponerlos al servicio de la
escena y después reprimirlos durante toda la semana. Y en términos comparativos con Caro, lo ha
dicho Norman, me costó más llegar al rol.
Carolina Molini: La idea era buscar el perfil de la señorita y después de
la hermana y no hacer el chiste de que la misma actriz hace diferentes
personajes. La obra tiene muchos juegos, la misma actriz hace dos personajes,
suena un teléfono y en realidad no suena. La idea, como actriz, es que sea verdadero, verosímil
y también llevar como medio surrealista algunas cosas. Jugar, entonces, a que
eso me pasa a mí de verdad en ese momento. El desafío fue eso, principalmente,
hacer de la hermana.
Deborah: ¿Cómo fue
el rol de Director de Briski?
Eliana: El nos dio bastante libertad para que juguemos,
investiguemos y a partir de un momento,
creo que viene después de la puesta en
escena, él se puso a fijarse en los estados que estábamos teniendo o si había un
error interpretativo por parte de
nosotras, o alguna modificación que surgía por una interpretación nuestra del
texto y él no la tenía en cuenta. En sí,
se volvió presente hacia el final.
Carolina: Sí, estuvo muy pendiente de las actuaciones. Esto de
bajar la comedia, si es un chiste que lo
sea agrede y que no sea porque la actriz
está regodeándose en lo suyo. En buscar
esos saltos de estados, que el estado cambie sin que haya una larga transición. Y que la misma
sea un ritmo interno del actor, que no sea porque de repente él la señalara.
Deborah: ¿Qué
lectura general tienen de la obra?
Eliana: La clásica
alienación de clase. Es una metáfora, es
una manera de bajar una ideología tan profunda sin ser una obra panflentearia y
te deja la pregunta: ¿esto va a seguir
así? Sí, va a seguir así todo.
Carolina: Nadie se salva, estamos todos dentro de este sistema.
También jugamos con lo siniestro, que es una cierta dependencia y todos estamos
dependiendo de alguien y también hacemos depender a otros, en menor o mayor medida.
Deborah: ¿Cómo
podrían definir la cultura del Teatro
Caliban?
Eliana: Hablar de Caliban como institución es vaciarlo un poco.
Son todas las cooperativas, que tienen muchísima libertad para crear.
Mayoritariamente, para llegar a realizar una obra en un teatro no tenés el
lugar disponible para el proceso de crear de un año. El Caliban sí lo permite.
Hay libertad para jugar, no hay una imposición estética. Hay elecciones.
Deborah: ¿Cómo consideran el estado actual del teatro
independiente?
Eliana: Lo de independiente
está en crisis. Estoy elaborando un
trabajo de investigación en el cual cuestionamos el concepto de lo
independiente. Creemos que abría que
inventar un nuevo nombre, porque el movimiento de teatro independiente
nació en los 30 porque estaban
justamente en contra de los subsidios del Estado, con cuestiones ideológicas
que, por suerte también cambiaron hasta ahora,
que querían cambiar el mundo, que es lindo subir a escena para cambiar
el mundo, pero creo que es infantil
pensar que con el teatro podes hacer revolución. Es lindo tomarlo como
una herramienta que acompañe movimientos, pero lo que rechazo es el lugar
paternal, o el lugar de la sabiduría, desde una elite cultural que viene a
enseñarle al público que esto es lo que
hay que pensar, esto es lo que no hay que pensar. Y es algo que ha formado parte de la ideología
del teatro independiente que después fue modificado con Gambaro y Pablosky. La palabra independiente era en
relación del estado, ahora creo que habría que buscar otra, porque gran parte
de la actividad del teatro está subsidiada por el estado. Que no está ni bien ni mal, son las
reglas de la democracia. Ya no hay tanta autogestión, ahora hay como que
pequeñas contrataciones por fuera.
Deborah: ¿Cuál piensan que es el rol del actor en la sociedad?
Carolina: Salir a actuar y estar. El estar presente es el hallazgo
del arte de la actuación. El aquí y ahora con lo que pasa, y todas las
funciones no es lo mismo.
Eliana: Advertir. Ser militante de la advertencia.
Deborah: ¿Qué es lo que les produce salir a escena?
Carolina: Si vos te vas a poner en escena, te expones en escena
ficcionalmente, te tenés que cuestionar lo que estás haciendo, si no se nota,
se nota la clase social, la ideología, todo.
Entonces, al exponerse todo, te lo vas a cuestionar, porque si querés
ser actor alguna modificación tenés que hacer.
O por lo menos pensarlo, ser conciente.
Eliana: El teatro es como un hecho repulsivo. Te lleva a indagar, a ser curioso, a cuestionarte qué querés ser, qué estás
haciendo, en fin, te moviliza. Una critica… una se dice “quiero
ser actriz”, pero la pregunta es:
¿actriz de qué? Sería interesante saber actriz para qué, buscarlo, qué querés
decir, que tenés en tu propia dramaturgia.
Deborah Valado // 2011
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