PH Deborah Valado // Almagro 2012 |
martes, 29 de enero de 2013
viernes, 25 de enero de 2013
Pregunta
Un hombre nos preguntó
qué era la
poesía,
algunos contestaron
que era
el canto
del alma,
otros dijeron
que era
la
constelación de vocablos
que Dios
nos regalaba,
yo afirmé que
era
el vuelo
de mis alas.
Deborah Valado // Mayo 2012
miércoles, 16 de enero de 2013
martes, 15 de enero de 2013
jueves, 10 de enero de 2013
martes, 8 de enero de 2013
Otoños
Habían otoños
que nos parecían
más tristes
para así tener excusas de
pedir a
gritos un abrazo
y sentir
lo inconmensurable.
Del árbol
se desprendían
los amores
perdidos,
los
recuerdos
de las viejas
estaciones de tren,
los viajes
al interior,
la
intensidad de la fogata,
las
chispas,
el
algarrobo,
las hojas
con las que
jugábamos
entre la bocanada,
la neblina,
el aire
frio,
los labios
secos.
Nuestra casa,
por la mañana,
era el
lugar de
la perra,
la luz de sus
cachorros prendidos
de sus
pezones,
el chocolate
caliente,
las galletitas,
las manos
que se frotaban frente
a la
estufa.
Arduo
fue regresar de la escuela,
ese día,
la
llovizna raspaba mi rostro,
el viento
congelaba los pasos,
necesitaba
más abrigo,
ansiaba unas
caricias
ya que,
otra vez, mi cuerpo se daba cuenta
del real otoño,
del húmedo
abril en que
papá abandonaba la casa
por su amante
de luna llena.
Deborah Valado // Marzo 2012
jueves, 3 de enero de 2013
Departamento 6 º B
Patricio había encontrado la
guitarra que tanto anhelaba. Era la
indicada para él. El aviso publicado en la página más visitada la resaltaba con
un brillo espeluznante. Hizo click en la oferta, se quedó esperando la
confirmación de la compra, anotó la dirección, buscó el dinero, se cambió, tomó
un taxi hacia el correspondiente destino.
“Departamento 6 º B”, decía el
papel. Patricio tocó el timbre, alguien atendió el potero. Se abrió la puerta y
entró al edificio. Al final del pasillo,
detrás de la escalera, estaba Fernando.
Él no vendía guitarras, tenía la manía de burlar la creencia en el sistema cibernético. Lo
sorprendió de atrás con un mazazo, lo encapuchó y lo arrastró hacia el sótano. El
último grito fue comido por las antiguas paredes. Ningún oído se prestó a la
escucha.
Fernando tiró el cuerpo muerto
contra la chimenea. Lo encerró. La
perversión sólo dejó las cenizas.
Deborah Valado // Enero 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)