Verborragia de fin y principio de siglo. Entre el caos del
encierro, Calamaro volcó sus 103 temas en el primer box quíntuple de la historia del
rock nacional. Contra todas las expectativas
del mercado discográfico, “El salmón” se
instaló en las bateas. Las sesiones
fueron sin horarios . La mayoría de las grabaciones fueron caseras, realizadas en un
portaestudio. Las canciones tenían que
plasmarse antes que se las robara el viento. Así, Andrés sólo se desvivía para
componer y grabar entre Buenos Aires y
Madrid contando con la principal colaboración de su camarada, El Cuino Scornik.
“El salmón” podría
catalogarse como la creación a modo de protesta de un mundo banalizado. Ante ese contexto, Calamaro se resguardó en su arsenal de canciones. Sus influencias, tales como las películas “Pánico y locura en las Vegas” y
“Apocalipsis Now”, enfatizaron su estado
épico y bestial.
Los cinco dedos, tal como los denominó Calamaro a cada uno de los discos, son las
nuevas grabaciones encontradas del año
2000. Son una especie de compilación que
reflejan
al artista. Así, se desnuda destacablemente en sus facetas de compositor y
productor.
Ya no son, sólo, temas dedicados a sus mujeres. Ahora, además, habla de ellos, los
músicos que como él tienen
al rock encarnado en las venas. En “Somos feos” parece disculpase
ante esa forma de vivir, se
justifica a través de las canciones, las cuales quieren darlo a conocer una y
otra vez.
Juega con la voz, con los hits veraniegos, las poesías más íntimas
y violentas. Ambiciona a todos los ritmos, tales como el
rock and roll en su estado más puro, el pop, el tecno, el folklore, el
mambo, el tango y hasta en tono burlesco se acerca al metal en “Metálico Cha-cha”.
Asimismo, quiere darse todos los gustos
posibles, es así que hasta vuelve a interpretar “No se puede vivir del amor”. A eso le sigue una larga lista de covers de los Beatles, Yupanqui
y Discepolo entre tantos otros.
En el desorden se encuentra
oculta una sintonía de mucho rock de guitaras por sobre todo. No hay pasos precisos para escuchar todo el box. Tal
vez, escucharlo de un solo tirón podría
causarnos la sensación de asfixia. Por las dudas, es mejor irlo picando de a
poco.
Deborah Valado // 2008
me voy a poner a escuchar algo de calamaro
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