Se
quedó toda la noche en la confitería. No
observaba a los bailarines, sólo escribía.
Molestias
internas. No tenía una dirección definida. Se sujetaba en cada cartel de ruta.
Fue jugando con el azar más injusto, pero no tuvo en cuenta que el ayer era un lugar para no volver. Esos
cimientos de errores no debían haber sido olvidados. Tantas voces perturbaron
la propia. Nunca escuchó la verdadera opción. El juego ya había concluido.
Las simplezas también parecían olvidadas. Los chicos dejaron los
juguetes por las chicas. Ellas prefirieron un beso de ellos. Sin embargo, no a
todos se les había presentado las reglas tan sencillas de comprender para
llevarlas al mundo concreto.
En ese momento, no entendía la dureza de
aquellas convicciones puestas sobre la mesa. Sus pasos se estancaron sobre esas hojas de polvorientos cuadernos.
La vida la tenían ellos. Martina se había apropiado de las palabras para
describir sus vigilias. O tal vez, fue al revés, sin darse cuenta ellas la capturaron. En muchas ocasiones ya
no las soportó más, no obstante, resistieron
a los desalojos.
Las luchas además
eran compartidas entre los distintos personajes y ella. Sobre la misma rescaté
unos párrafos que desechó en el alba.
“... Lo demás pertenece a la
selva. Aquellas bestias convierten a mi instinto en hechos. Arriesgar las
palabras elimina los segundos de armonía...Si el personaje decide moverse entre
la libertad misma, deberá asegurar las respuestas. Podrá ser omnisciente.
Aunque el precio sea elevado, también aceptará la locura.
Garganta acalambrada. Siempre
olvidamos el cambio de roles. Tantas voces tapizarán la propia. Y ese dominio
develará un poder temeroso. Nadie sería capaz de tachar las líneas no
acordadas. Pero no queremos terminar cediendo. Arrebatamos el cartucho. Nos
levantamos, tomamos un sorbo de agua, regresamos con un lápiz. Le postulamos de
nuevo la batalla. Agregamos otro ejercito de personajes para ir desgarrándolos.
Pocas veces obtenemos el triunfo. Cada
vocablo los enriquece más.
Sólo el silencio los podría
matar.”
Deborah Valado //2008
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