Estaba
allí, entre el mundo
de las plegarias ajenas y aquel
que
anhelaba.
"Adiós", le susurró el diablo.
"Adiós", le susurró el diablo.
De
sus ojos creció un hilo de luz,
era el resplandor de la vibración del alma,
al fin se liberaba el canto de su verdadero mutante ser.
Deborah Valado // Mayo 2012
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