martes, 25 de septiembre de 2012
miércoles, 19 de septiembre de 2012
De todas las palabras del universo
De todas
las palabras del universo
quiero las
tuyas
para poder construir
caminos
que nos
lleven a las estrellas.
De todas
las palabras del universo
quiero las
que afirman nuestra existencia
sobre acciones
compartidas.
De todas
las palabras del universo
quiero las
que no se dirigen para lastimar.
De todas
las palabras del universo
quiero las
que se murmuran en la noche azul.
De todas
las palabras del universo
quiero las que
nos comunican.
De todas
las palabras del universo
quiero las
que pronuncian tus labios con
deseos de
amor hacia mí.
Deborah Valado // Septiembre 2012
martes, 11 de septiembre de 2012
Acerca de esas chetas, derivaciones ocasionales y algunas cosas más!
Anoche estaba releyendo una publicación del año pasado de la revista
“Caras y Caretas”. Hasta ahí, todo normal,
la lectura era entretenida y además
tenía la cotidiana culpa de no estar con
textos de la facultad. En fin, son vacaciones – me digo para disfrutar más el momento–, ergo, mi tiempo se
convierte en un envase que lo lleno o lo vacio más a gusto sin tanto pensar y dando
ya por hecho que me alejo – y ahora más que nunca en todos los
casos de posible elección– de personas
/situaciones/espacios que no me son amenos. Hasta ahí, insisto, todo normal.
Nada parecía irrumpir la música que sonaba de fondo, mi atención fluctuaba sin
ruidos puntuales. Pero, la eterna
tranquilidad, la cálida musicalidad de ciertos discursos sólo lleva a terrenos
muertos. Tal vez por ello, es que siempre hay
asuntos que me inquietan y me
resuenan para sacar un poco más el polvo que cubre mi historia, mi contexto.
No logro aún descifrar mis modos de entendimientos, casi siempre, alguno
me dice que tengo una lógica distinta, rara, pero de algún modo me gustan esas relaciones extrañas que hago, no
obstante, no descarto reever muchas cuestiones
en algún tiempo. Pero, mientras, sin tantas vueltas más, comparto el fragmento - que me desvirtuó la normalidad de la noche -
de la nota “ Si Evita viviera” de Felipe Piña
refiriéndose – justamente– a Evita que
ejemplifica de manera notable la
cuestión del odio / de la violencia que
se genera en el enfrentamiento de los sujetos de distintas posiciones socio-
económicas y mucho más cuando el sujeto
de mayor capital al ostentar su poder denigra al otro que no está en su misma –
valga la redundancia – posición : “Soportó
en varias fiestas patrias la dádiva de las señoras respetables que le
acariciaban la cabeza con cierta prevención. Ahí empezó a odiarlas.”
Y no sólo ello, porque del odio devine la potencia y dicha potencia se
resuelve en los hechos y en esos hechos se
vislumbra la venganza que reivindica el lugar de uno y de los demás que
padecieron el desprecio. Tal vez haya una generalización, son personas individuales las que pueden
llegar a maltratar, pero allí por debajo hay una estructura social que se sigue
reproduciendo a la par de una super estructura en donde se disputan los principios, valores, morales
que por lo general hacen que los demás
iguales sigan esa misma línea de humillar a los demás: más adelante: ““Fue
poderosa y se vengó con la minuciosidad de los sufridos” .
Yendo al grano de lo que me inquietó, más bien, me recordó a algunas situaciones que había escuchado en
mi clase de teatro y que de chica había vivido y que, recién ahora, logro
desentrañar el por qué mi siempre antipatía, mala onda, rechazo con esa categoría
/ etiqueta social: “cheta”. Desde luego, puede ser un simple capricho, un prejuicio,
no lo sé, pero casi todo indica que no lo es, y apuesto a que la posible
respuesta se halle allá en mi infancia.
(Continuará...)
Deborah Valado // Julio 2012
jueves, 6 de septiembre de 2012
Ella juega
Ella juega,
juega sobre
si misma.
Se busca
sobre
sus partes
anónimas.
Se
encuentra
con su sed.
Brilla por
dentro,
se
estremece
con la
danza de sus manos.
La
noche la atesora en sus atuendos,
la libera
del eterno misterio,
la
convierte en la mujer
que no
había sido.
Deborah Valado // Febrero 2012
miércoles, 5 de septiembre de 2012
El tiempo no existía
El reloj de
arena
no marcaba
las horas,
el tiempo
no existía,
no había
prisa,
había vida
para jugar.
La
imaginación trepaba
por los
árboles de libertad,
las manos
alcanzaban
las
manzanas prohibidas.
Risa
picara, risa picara,
los duendes
aparecían
desnudos y
salvajes,
risa
picara, risa picara,
los
pétalos de las flores
se
desprendían hacia el mar.
Deborah Valado // Mayo 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
Recreo
El timbre
del recreo
volvía a
dar vida
a nuestra
animalidad
Como
jabalíes
corríamos
por todo el patio
Como
hienas
nos abalanzábamos
al frasco
de dulces
Como
perros
segregábamos
la saliva
Como monos
arrancábamos
los papeles
y nos tragábamos
los caramelos.
Deborah Valado // Mayo 2012
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