El día se
asoma
desnudo de
agitadas locuras.
El grillo,
debajo de la cama,
asalta mi entresueño,
lo expande
y lo retuerce,
se
introduce en él y
me
despierta al fin.
Sobre la
mesa hay
una
bandeja con café,
medialunas,
queso, dulce de leche,
jugo de
naranja.
La sonrisa
de él
termina de
servir el desayuno.
El sol
pinta la mañana,
las olas
juguetean frente a nuestro balcón,
la bossa
nova envuelve al viento,
él se
recuesta en el sofá,
yo
enciendo un sahumerio,
el paraíso
se posa a mis pies.
Alguna vez
quise tener mi casa,
mi hombre,
mi mar.
Ahora todo
está aquí.
Cuando
cierro y abro los ojos
el sueño vuelve
a ser real.
Deborah Valado //
Febrero 2012
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