Te esperé
toda una
noche de abril.
Una noche
interminable.
Una noche
muy
triste.
Cuando ya
amanecía
yo me fui
hacia un
sendero
muy lejano
al tuyo,
un sendero
muy
particular:
no había
nada,
ni nadie
estaba en él.
Ese
sendero
era la
soledad,
que ahora ya
vive en mí.
Es tarde
para volver,
ya no
puedo salir de acá.
Ahora que
estoy sola
te extraño
un poco.
Pero la
vida continúa.
y no me
tengo que poner mal
porque se
que seguiré
por
siempre en este sendero.
Deborah Valado // 1998
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