jueves, 10 de mayo de 2012

Disciplina, Locura y Amor // Parte V


En cuestión de segundos desaparecieron sus besos. Antes del adiós ya habían demasiadas falsas sonrisas, ergo, esa tarde no debí llorar ante sus pies, ni mucho menos rogarle, una vez más, su suspiro del amanecer. Es imposible comprenderlo todo, mucho menos, se puede pedir descifrar esos mezquinos sentimientos. Pero yo insistía en saber qué era lo que mi corazón sentía hasta el punto de despedazarse ante sus caricias y, al mismo tiempo, su desamor.
¡Correr tras los propios deseos! Nada más debería importar, aún así, el alma se va deshilachando en la medida en que no recibe más puntadas de amor.

Deborah Valado // Mayo 2012

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