Definitivamente no digas algo acerca
de lo que está pasando y aún no sabes la suerte que decidió el destino. Menos
mal que mi boca se cierra antes de empezar a decir pavadas sobre la mesa sin
cartas repartidas aún. Pero tampoco, es menos mal, porque no puedo creer –no quiero
creer- que las palabras tengan poder de movimiento sobre las energías cósmicas.
¿Cómo comprender que algo que tanto
quería se deshizo en el mismo momento que yo estaba contenta viviéndolo? No puedo, ni quiero pensar que al
final el destino ya estaba marcado, algo así como el destino irremediable de
Edipo. Aún así, ¿debería quedarme con los brazos cruzados dejando ver que el río
corre? Ya hay técnicas humanas para desviar las corrientes, desvirtuar lo
natural a favor del hombre. Pero aún parece que hay hechos que no pueden dejar
de ser lo que vinieron a ser. Una
ensalada de hechos sin tantas lógicas, entonces, sólo me reitero: Deborah: déjate
de joder con las hipótesis, aprovecha el instante, la potencia del instante, el
resto fluirá!
Deborah Valado // Mayo 2012
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