martes, 28 de agosto de 2012

Disciplina, Locura y Amor // Parte XI


“No te enamores de mí”, le dijo el chico a la chica, y la chica se lo dijo al chico. Ambos querían escapar del velo del enamoramiento que desdibuja  al otro en múltiples puntos ideales. El plan sólo era encontrarse en un cuarto perdido del pueblo, allá ocultos de las miradas de las señoras envidiosas de la libertad carnal – por más que ni supieran qué significaba explorar sus cuerpos, bien reprimidos por las morales católicas burguesas, se atoraban con las palabras que desbordaban por sus uñas pintadas que señalaban el pecado  –.   Lejos de poder controlar los hechos, cerca de ser responsables de cada acto, el devenir está y en dicho devenir  sin ataduras posibles aparecen los duendes mágicos con mensajes jeroglíficos que no hacen falta descifrar, la vida se trata de eso, de no siempre encontrar  una respuesta. Aunque en ese desencuentro nos empezamos, realmente, a encontrar, y nos damos cuenta que estamos en un lugar impensable una vez más. Él  se enamoró de ella, ella lo odió. Ya nada sería lo mismo y lo distinto asustaba. Asustaba pronunciar “amor” en vez del nombre asignado en el documento. Asustaba la entrega. Asustaba la libertad. Asustaba la vulnerabilidad. Asustaba el dolor. Asustaba la alegría. Asustaba el compartir. Asustaba la rutina. Asustaba la pasión. Asustaba la lealtad. Asustaba el celo. Asustaba el llanto. Asustaba el amor .Asustaba la vida de a dos. 

Deborah Valado // Agosto 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario