La otra
noche
creyó descender
por un tobogán
infinito
de
palabras sueltas
que recorrían
su memoria
buscando
el lugar oculto
de los
sueños.
La otra
noche
descubrió
que las estrellas
coqueteaban
con la
luna.
La otra
noche
voló junto
a las
mariposas.
La otra
noche
escuchó
que
las hojas
del árbol
lagrimeaban
en el jardín.
La otra
noche
escondió
su corazón
entre los
pastizales.
La otra
noche
alguien se
atrevió
a raptarle
sus fantasías.
Deborah Valado // Mayo 2012
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