jueves, 15 de noviembre de 2012

Nada más real sucedía



Sólo los domingos
 mis pies pisaban el pasto seco de la plaza,
los arlequines liberaban a mi risa,
yo me envolvía en sus distintos personajes,
habitaba mis deseos,
nada más real sucedía.

Mi cuerpo deseaba jugar,
mi cabecita no lo frenaba.

Yo era una niña
entre pájaros y violines.

Miraba cómo el sol se despedía del mar
y hacia allá quería ir.

Las águilas
me llevaban a volar,
conocí los valles,
las altas montañas,
los gusanos en mis labios.

Deborah Valado // Marzo 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario