Nos cuesta demasiado aún transitar el amor libremente, ni que hablar,
de poder emanciparnos por el mismo. Nada
más hermoso que sentir esa vitalidad, apropiarnos de la causa, vivir por ella y
construir junto al otro y, sin embargo, en la mayoría de las veces los intereses terminan matándolo todo.
El voraz capitalismo contamina al amor, ergo, las relaciones se
perturban hasta el posible punto que los cuerpos se lleguen a entregar a lo superficial.
¿Dónde queda la pasión? ¿Dónde ponemos en común nuestras ideologías? ¿Dónde lo
cotidiano no se mancha de lo insignificante e idiota? ¿Por dónde corren los
proyectos?
Las verdaderas respuestas nos escapan, a lo sumo,nos aproximamos
para recubrir nuestras prácticas con algún sentido conformista y no caer al
vacío de la locura. Mientras, los pasos continúan, ya sean estancados sobre el
charco del pasado, activos en el presente o en camino hacia el futuro.
Mientras, me desmenuzo con preguntas e intentos para escapar del suicidio.
Mientras, pienso que soy dueña de mi vida y por ende puedo escapar del suicidio
como así entregarme al mismo, pero es mejor apropiarme de mí, accionar por mí y
no abandonarme más. Por lo tanto, apuesto que si acciono por mí voy a poder
elegir al otro porque quiero y no
por inútiles mandatos, porque el deseo
se hace piel y el amor aparece sin rodeos!
Deborah Valado // Junio 2012
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