La fiesta comienza
con un estallido de risas.
Las voces cantan,
cantan los murmullos del diablo.
No hay alegría,
hay máscaras de alegría,
guantes de sobriedad.
Los labios marcan las distancias
entre las mujeres y sus pecados,
entre los hombres y sus deseos.
Nadie puede expresar su
tristeza,
la han desmenuzado,
extirpado.
Deborah Valado // Marzo 2012
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